martes, 30 de septiembre de 2014

El Escorial

El sábado por la tarde nos acercamos a El Escorial (en El Espinar dormíamos: qué dos nombres).
La visita me impresionó mucho: el palacio de los borbones, tan banal en cierta manera (y los tapices, los muebles, cristales españoles en la línea francesa, muy interesantes) y después el contraste con las habitaciones de Felipe II, mil veces más impresionantes, con una colección de pintura admirable.

Yo solo recordaba casi la ventana desde donde el rey oía misa y un fresco gigantesco de una batalla, que ahora volví a ver con nueva admiración, aunque me impresionó mucho más la bóveda de pintura pompeyana:

[foto, de aquí]

El panteón de los reyes, pasando el pudridero (cuánto me impresionaba de pequeño ese nombre) fue una visita melancólica: está ya todo ocupado, con las dos últimas tumbas preparadas para don Juan y su mujer. Todo parece decir: esto se acabó. Juan Carlos y Felipe ya son el post- de lo que fuera que fuese esto antes.

En la basílica estaban en misa. Entramos y nos sentamos: las bóvedas, los frescos, la armonía, el retablo, los reyes de bronce de rodillas. La escolanía cantaba como los ángeles (perdón por el tópico, pero así era). Sentados allí, fue un rato de gloria en esos días de especial armonía, a pesar de todos los pesares. El agustino habló del nuevo beato, al que se encomendó.

Nos quedamos sin poder ver la Biblioteca. Hubiera necesitado todo un día para visitar aquello con cierta paz. Nos detuvimos a mirar la fachada, los pronunciados tejados, el clasicismo que ya es un barroco sin recargamientos, esa elevación y esa armonía de un edificio que no acabas de apresar, menos en unas horas rápidas de una tarde breve.


[foto de aquí]

2 comentarios:

  1. Qué bien lo describes. El Escorial, siempre maravilloso, siempre inaprensible, como toda gran obra de arte...

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  2. Creo que estuve allí cuando era estudiante de bachiller, supongo, aunque volvimos hace unos años con mis hijos, demasiado pequeños entonces para ver todo aquello sin impacientarse, claro. Quizás deberíamos ya volver, tú lo explicas y describes todo muy bien.

    Un abrazo

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